La historia detrás de X - Craft
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Cómo diseñador siempre había soñado el poder trabajar de la mano de los artesanos colombianos, pues me atraían sus técnicas, sus particularidades y sobre todo la manera como un saber ancestral subsistía a pesar de los avatares de la modernidad, de la conquista, de la guerra y del olvido. Sin embargo, encontraba confuso cual podría ser el punto de partida, ya que todos los artesanos, tan diversos como nuestra idiosincrasia, se encontraban en partes tan distantes, algunas remotas, y hablaban lenguajes tan diferentes, algunos dialectos, que decidir cuál era la técnica apropiada, para el producto definido y la comunidad más interesante resultaba de un azar infinito. Y aunque siempre me ha gustado el azar con el que la vida te va moviendo, no encontraba ninguna pista contundente para escoger el rumbo que me llevara hacia una comunidad en particular. Esta fue una inquietud y una curiosidad que, sin embargo, a pesar de otros encargos que recibía como diseñador seguía viva en mí, guardada en alguna parte de mi mente creativa y de mi deber ser
como colombiano (¿existe el deber ser del colombiano?).
Con la curiosidad como primer ingrediente en la mayoría de mis proyectos personales, y con el antojo de ver como en otras geografías la artesanía evolucionaba al lado de los diseñadores para traer lo tradicional y lo más identitario de las comunidades ancestrales a la vida cotidiana actual, constituyéndose en tremendas tendencias de diseño y estilo de vida globales, como ha ocurrido en los Países Nórdicos, Japón e Inglaterra, por citar solo algunos ejemplos. Esta suma de ingredientes y la idea de que el diseño ocurre, al igual que con otros procesos creativos de la mano de la catarsis, es decir, de poner todas las cosas que has visto, olido, vivido, degustado, sentido y percibido, de manera casi inconsciente y a través de una manifestación casi espiritual, en una forma nueva, una idea renovada, una mezcla de cosas de antes y después, una mixtura, en fin, de cosas que se viven, que se sueñan y que se aspiran. Como diseñador siempre me ha interesado crear productos que den de qué hablar. Mal o bien, no importa, pero que despierten conversaciones en torno a lo producido. Nunca me han interesado los productos correctos, ni las formas tendenciosas, tampoco encajar en los parámetros ni mucho menos buscar ser parte de un círculo. Más bien estar por fuera de los perímetros, subyacer, arrancar la piel a los más ortodoxos, si no, ¿para qué crear?
Sin que fuera un plan concreto, pero claramente si como un acercamiento a lo artesanal, había desarrollado casi toda mi vida profesional en medio de talleres y artesanos ebanistas, que en nuestro país representan un grupo de personas muy talentosas, pero también una especie en vía de extinción. Después de este recorrido, que se intercaló con algunas temporadas viviendo fuera del país, aprendiendo otros saberes, decidí crear mi propia compañía, bajo el concepto de un Atelier, que de manera independiente y sin querer seguir modelos prestablecidos, se constituyó como una empresa dedicada al diseño y producción de muebles especiales. Es en medio de este emocionante ejercicio de emprendimiento que me sorprende una amable invitación del programa Diseño Colombia de Artesanías de Colombia, una iniciativa que encajaba perfectamente con el sueño de años atrás, de poder trabajar de la mano de los artesanos de nuestro país, con el fin de crear piezas de diseño con alto valor funcional, cultural y social a la vez. Una cosa difícil de lograr desde lo individual, pero escalado a pasos de gigante, con la invitación de este programa que ya
llevaba el impulso y la trayectoria del mayor ente promotor y protector del saber artesanal en Colombia, como cultura material e inmaterial.
Como las coincidencias existen, la invitación de Diseño Colombia nos encontró trabajando a su vez con Procolombia y el proyecto de buscar oportunidades comerciales para los productos de L’Atelier Bogotá en el mercado global. Así entonces tuvimos el objetivo más claro, diseñar una colección con el toque arriesgado y ecléctico de L’Atelier de la mano de variadas comunidades
artesanales de nuestro país para lograr un producto identitario que hablará de una Colombia contemporánea y a su vez llamará la atención en mercados internacionales. Así nace nuestra colección X-Craft, o artesanía X. Desde el principio teníamos algo claro, sería una colección de muebles, porque es lo que sabemos hacer, que mantuviera el detalle de ebanistería característico, pero a su vez se complementará con toques artesanales, que sacarán el oficio de una visión paternalista y romántica, para más bien traer lo artesanal a jugar en los intersticios de la vida moderna y agitada, la que vivimos todo. Sacar lo artesanal de lo contemplativo, para volverlo útil, armonioso y contundente. La tarea más difícil ahora, era decidir con qué comunidades trabajar. Mi sueño de diseñador se había hecho realidad. El programa de Artesanías de Colombia me tendía un
puente firme con las comunidades más alejadas, ya catalogadas, organizadas y documentadas. ¡No podía creerlo! En mis manos, el catálogo de artesanos más grande de este país. Quisiera trabajar con todos, no veo uno sólo que este por debajo del otro, ni en calidad, ni en forma, ni en técnica.
Pero había que avanzar y empezamos las exploraciones y los contactos con varios de ellos. Y lo que sospechaba, empezó a volverse realidad, no sólo era emocionante conocer sus historias, sino placentero conocer personas de verdad, que estaban llenos de humildad, sabiduría y ganas de trabajar en equipo. Damaris Buelvas en San Jacinto, Bolívar, Alirio Liberato en el Amazonas y John Chávez en Pasto, Nariño por mencionar algunos, se volvieron parte del equipo de diseño, sin duda, y no solo sentía que trabajaba con ellos, sino con lo que ellos representaban, cientos de años de tradición y saber expresados en lo que sus manos saben hacer. No podría ser más emocionante. Nunca he querido decirles en detalle que hacer, sería incomodo y pretensioso, más bien dialogar, conversar, dejarnos llevar y crear. Ese proceso poético, en el que unen sin duda la artesanía y el diseño. Con quienes he tenido la oportunidad de visitar y conocer en sus propias casas, que es donde crean, me han recibido con los brazos abiertos y con una forma de vida y un mundo que nos hace cuestionar toda la modernidad que nos vende occidente.
Los primeros bocetos empezaron, los prototipos iniciaron a ser parte del día a día, queríamos sobre poner las técnicas, integrar el Amazonas, con Bolívar y Bogotá, porque eso es lo que nos hace únicos y diferentes ante el mundo. En ese proceso hemos creado ya tres versiones de la colección X-Craft, una presentación internacional en Estados Unidos, una participación virtual en
Paris en la feria Maison & amp; Object y muchos planes de seguir trabajando juntos, de crear productos cada vez más contundentes, más lanzados, de estrechar nuestra amistad con esas magníficas personas y mostrar al mundo esa indefinición que es Colombia y que nos hace únicos.